Ayer te ví y pensé, eres roca.
Peñasco impertérrito que se alza
imponente sobre aquellos que, atontados
podemos solo admirar tal bonanza.
Dura y rígida por fuera, sin duda.
Inspira respeto, sorpresa y atención,
aunque es importante hacer la nota
que bien puede despertar devoción.
Y quisieran creerte por completo
desprovista de cualquier movimiento.
Ay de aquellos que, en su impotencia
no pueden entenderte por dentro.
Disculpame, claro, la pretensión
de comprender algo tan perfecto.
Pero me agrada captar, si bien poco,
la breve ironía de este aspecto.
Pues yo creo que aún siendo roca
tienes mucha vida atrapada y ansiosa,
que completamente inútiles, nosotros,
hemos solamente dejado deseosa.
Pero, ¡no más! Me declaro culpable,
responsable y por todo el designado
de verme a tu lado, duro empujando
siendo tal vez, si deseas, tu aliado.
Oh, yo entiendo, tal vez soy ingenuo
al pensar que podría hacerte rodar.
Pero creo que, de lograrlo algun día
seguro que ya no podrías parar.
Pues fiel a las leyes de nuestro universo
iniciar tu camino implica un gran reto
pero si es superado, y logras iniciar,
sería simple inercia el ruedo perpetuo.
Tal vez sueno como si fuera automático
que, ya comenzando, siguieras tú sola.
Me permito aclarar que pretendo, contigo
correr más que aquella proverbial caracola.
Así pues, hoy también, te veo y eres piedra.
Yo diligente, reuniendo energías
seré leviatán que sacuda tu mundo
y, si me aceptas, brindarte alegrías.