Hoy te extrañé

Fue un día increíble.

A pesar de desvelarme, me desperté con relativa facilidad y logré hacer mi rutina mañanera sin ningún tropiezo. Suena a un paso muy pequeño, pero es un pasito que le da tranquilidad a mi día. He estado súper enfocado en esas pequeñas victorias, no en una manera ansiosa (al menos, intento que no sea así), sino en el ánimo de “adelante, tú puedes, un pequeño paso para este hombre.” Y me gusta empezar el día así.

Me preparé y escogí un atuendo que me hiciera ver razonablemente bien, dentro de lo limitado de mi guardarropa. Combiné apropiadamente mis zapatos, mi cinturón, mis calcetines. Escogí un saco que le fuera en color (aunque solo tengo dos, aunque me quede ya grande). Pasitos. Feel good, be good. Preparé cuidadosamente mis extras para el almuerzo, porque sé por experiencia que un sandwich y fruta no será suficiente, ni con todo el café del mundo. Porque malpasarse está mal. Porque la experiencia no sirve de nada si no aplicamos los conocimientos aprendidos.

Emprendí el camino. A diferencia del año anterior, este año lo hice en la bici. Quién me viera, en bici, de saco, con una bolsa de espinaca en la mochila para mi comida. Tanto ha cambiado, en lo que parece ser tan poco tiempo. Tanto he cambiado. Y me sienta bien. Sigo siendo yo, vuelvo a ser yo. Parece que por fin soy el que siempre había querido ser.

Tuve un día de triunfos en el trabajo. No, no grandes triunfos. No me dieron un aumento ni logré conquistar alguna cima nevada. Pero muchos, pequeños triunfos. Corregir, por fin, mi problema con el cable de red. Seguir reacostumbrándome a la “nueva normalidad.” Disfrutar el café como un gusto, no una muleta para aguantar el día. Cohesión de equipo. Lunch con ritmo, no desesperación. Salir a una hora razonable, cuidando mis tiempos respecto a otras obligaciones.

Y entremezclado entre ellos? Mi primera llamada, 100% en holandés. Hice mi pregunta en el gemeente, con nervios, con dudas, pero lo hice. Y me entendieron y les entendí. No tan pequeños logros.

Salí con un clima que amenazaba lluvia. Hubiera sido facilísimo cancelar todo el plan de la tarde y regresar directo a casa, por si acaso. Pero el miedo a cosas tran triviales como la lluvia es algo que estoy superando, poco a poco. Fuí al centro y me metí, curioseando, al estacionamiento subterráneo de bicis. Nunca había entrado. Es increíble! Gratis, amplio, autoservicio, y al final del día los dispositivos para estacionar la bici arriba de otra no son nada del otro mundo. Varios pequeños objetivos cumplidos. Ah, y si llovía? No biggie. Mi jamelgo estaría seguro ahí dentro.

Fui a mi cita. Y también, en la puerta, y en la ventanilla: 100% holandés. Y les entendí, y me entendieron. A diferencia de otras ocasiones, no me cambiaron a inglés. Me preguntaron si quería cambiar. Pero decidí presionar y seguir adelante. Y les entendí, y me entendieron. Y salí con mi trámite hecho, y mucho sentimiento bonito en el corazón. Hinchado de alegría.

Y tenía una hora para matar, y pude irme a un café a perder el tiempo. Pero en vez de eso hice el súper especial que me había eludido por estar fuera de mis rutas usuales, a pesar aún de tener que enfrentarme con la posible fila que siempre veo para entrar a esa tienda. Pero no había cola y entré y compré lo necesario, y aún con el tiempo un poco encima seguí a mi otro objetivo espontáneo, y logré más pequeños objetivos de largo plazo. Logré contener mi impulso de gastar, logré decidir “siempre no, esto no me queda bien”, y salí con justo lo que quería y a un precio razonable.

Y reafirmé que aquí el tiempo dura más y llegué a mi segunda cita con facilidad, a pesar de que intenté cancelarla por internet momentos antes, pero no se pudo. Y dije “por algo pasan las cosas” y logré también avanzar ese trámite, aunque al final me faltaron las fuerzas para terminarlo, pero con la seguridad de que puedo continuarlo otro día, acompañado tal vez, con otros ojos que me den opinión y refuercen mis decisiones, porque en gustos se rompen géneros y a lo mejor necesito una perspectiva diferente que me diga “anda, Sergio, anímate” o “no, Sergio, es demasiado grande ese salto.” O simplemente “no te queda.”

Y en vez de dejarme caer al gusto de la gula y el hambre mantuve mis objetivos, y regresé a casa y comí lo que tenía planeado ya, sin gastar más, y luego pagué (casi todas) mis cuentas de este mes y me sentí muy afortunado de poder hacerlo así, con calma, sin el estrés de matemáticas que usualmente salen, pero a veces muy al raz, y a veces amenazan apretarse literalmente el cinturón durante el mes. Y acomodé mis cosas y me senté aquí en mi escritorio, pensando que el día había pasado muy bien y que estaba muy feliz de todo.

Y luego me acordé de ti. Y te extrañé.

Paginación

La memoria es un ente impresionante. Awesome, diría en inglés. Me recuerda esta cita de Pratchett que siempre me ha gustado:

“Elves are wonderful. They provoke wonder.
Elves are marvellous. They cause marvels.
Elves are fantastic. They create fantasies.
Elves are glamorous. They project glamour.
Elves are enchanting. They weave enchantment.
Elves are terrific. They beget terror.
The thing about words is that meanings can twist just like a snake, and if you want to find snakes look for them behind words that have changed their meaning.
No one ever said elves are nice.
Elves are bad.”

 Terry Pratchett, Lords and Ladies

Por supuesto, awesome inspiraría awe. Eso, a su vez, me recuerda esta escena de Red Dragon:

“Fear is not what you owe me, Mr. Lowe. You owe me AWE”

La memoria inspira eso, “awe”. Una buena definición para estos propósitos sería “fear and reverence”. Eso me inspira la memoria. Reverencia, por supuesto, por su incomprensible complejidad. Miedo, a veces, cuando pienso en la muerte, en la efímera naturaleza de nuestras vidas y acciones. Pero hoy, hoy es esa combinación.

En particular me sorprende la habilidad que tenemos de paginar. Cualquier persona que haya estudiado memoria en computadoras sabe exactamente a lo que me refiero, pero para los que no, la explicación más sencilla* que se me ocurre es la siguiente:

Imagina que tu computadora tiene espacio (memoria) para correr 3 programas al mismo tiempo. Pero tú, usuario multitarea con variadas actividades en tu idea, necesitas 4. Qué puede hacer tu computadora? Pedirte más RAM? No, claro que no. En vez de eso, se la pasa haciendo malabares. Si necesitas programa A, B y C al mismo tiempo ahorita, entonces manda al programa D al aire. El aire, en esta analogía, es el disco duro (almacenamiento, que no es lo mismo a memoria). Si el siguiente instante necesitas a B, C y D, la computadora toma a D del aire, y manda a A a volar. Y así, malabares, todo el tiempo.

Los últimos días, y de manera completamente involuntaria, he estado recuperando páginas que estaban en el aire (léase: en almacenamiento) desde hacía años. Los catalizadores han sido variados: música vieja, el sonido de las olas, algún episodio repetido de alguna serie. Lo interesante no es eso, desde mi perspectiva. Es esa maravillosa habilidad de nuestra mente de enterrar contextos completos. Porque cuando me refiero a que he estado recuperando páginas, no me refiero a pedacitos de recuerdos. Me refiero al estado mental que tenía en aquellos momentos. Recuperar el Zeitgeist, como dijeran los alemanes.

Me ha hecho reflexionar sobre muchas cosas. Las decisiones tomadas. Los planes a futuro. Le da un contexto importantísimo a mi condición actual. Todo esto lo agradezco.

Pero, atrás de todo eso… awe.

* Sí, ya sé que la paginación no trabaja sobre espacios de memoria de procesos completos. Ni la analogía ni la explicacion simplificada se benefician de este conocimiento.

Carta abierta a la espinaca cruda y prelavada

Oh, espinaca. Tanto que te quiero decir.

Quiero que sepas que eres un alimento formidable. Desde que supe de tu existencia, quise saber todo de ti. Leí foros. Consulté doctores. Me dí un clavado en Wikipedia. Y cada nuevo párrafo, cada pestaña abierta, me atraía más y más a ti.

Estás llena de vitaminas. A. C. K. Digo, eres prácticamente una banderita TCP tú sola. Si eso no es mensaje de Esus, no sé qué pueda serlo. Pero no paras ahí! Estás RE-PLE-TA de hierro. Potasio! Magnesio! Calcio! Habrá algún nutriente que no tengas?

Y, encima de todo… tienes relativamente CERO peso energético! Eres como un hermoso tupper de nutrientes. Gracias a ti, sigo tragando cantidades groseras de comida – pero haciendo trampa! Eres como un cheat code alimenticio que se ajusta perfecto a mi estilo de “cocinar”: tómalo de la bolsa, ponlo en el plato, bon apetit.

Hice un recuento de mi vida, y dije, aquí es. Aquí es, espinaca. Tu, yo, y mi plato. FOREVAH.

Pero, como siempre en estas cosas, comenzaron a salir problemas. Duras poco en el refri. No worries, pensé. Te conseguí tuppers (reales), porque yo estoy comprometido con esto. Tres tuppers, grandotes, te conseguí. No puedo ir diario a la tienda por ti (no me sale en tiempo, no me sale en dinero), pero con los tuppers podríamos hacerlo funcionar. Y funcionó… un tiempo.

Después, comenzaste a llenarte de humedad DENTRO del tupper. Like… c’mon. Espinaca. Todos somos adultos aquí. Cómo demonios te llenas de humedad _adentro_ del tupper? Entiendo que todos tenemos nuestras idiosincracias, y que son justamente esos pecadillos los que nos hacen fabulosos y coquetos y simplemente hermosos. Pero, neta? Para eso son los tuppers, espinaca.

No hay problema. Yo te como así. No sabes tan bien, claro. Y no puedo medir tan fácilmente la cantidad que me zampo, porque me cambias de buenas a primeras tu radio peso/volumen. Pero, espinaca, yo. me. adapto. Si tú te esfuerzas, yo me esfuerzo.

Ahora me vengo enterando de los oxalatos. Espinaca, no quiero piedras en el riñon. Porqué no dices esto en la maldita bolsa? Porqué me tengo que enterar por terceros, y a destiempo? Ese no es el fundamento de una relación sana, espinaca.

Qué será mañana? Causas gota? Si te mezclo con frijol formas un explosivo prohibido por la convención de Ginebra? Me vas a forzar a hervirte? De una buena vez te digo: tengo mis límites. No voy a comprar una vaporera por ti.

Ojalá podamos tomar este momento como un parteaguas en nuestra relación. Ojalá puedas darme lo que busco. Ojalá te comportes a la altura de un vegetal tan fantástico como eres tú.

Porque si no, no sé qué va a pasar con mi vida. He probado con el brócoli. Le di chance a la zanahoria. La lechuga es puro atractivo visual, pero sin sustancia. Eres tú o ninguna, espinaca.

The mirror

You don’t know yourself, because you never can. The Godhead is never an object of it’s own knowledge. Just as a knife doesn’t cut itself, fire doesn’t burn itself, light doesn’t illumine itself. It’s always an endless mystery to itself.

Alan Watts

De todas las validaciones posibles, la más poderosa y adictiva (para mi, al menos) es la que te dice “te acepto como eres. Así, como eres ahorita. Como eras antes, y como vas a ser después.” Eso es amor para mí.

Consecuentemente, el rechazo más poderoso es el que dice “no, gracias.” Uno sutilmente más doloroso es el que dice “veo potencial, si tan solo cambiaras X…” En diferentes momentos de mi vida, he sufrido por el primero, escapado corriendo o hecho maromas por el segundo.

Dijera el poeta, “¿pero qué necesidad?” No te basta, Sergio, con lo que tienes ya? No te falta “nada.” De qué, exactamente, te quejas? Tus decisiones te llevaron al lugar en donde estás, y si quieres cambiar algo, pues anda y cámbialo, pero no sigas rascándole de más a una costra que no deja de sangrar. Parfavar.

Los psicólogos me apuntarán directamente a Maslow, o tal vez a Kenrick. Textbook case, dirían. Y tiene sentido. Es parte de ser humano, después de todo. Este sentido de pertenencia, y no hay tribu más fundamental que la de la pareja.

That´s it boys. Pack it up.

Pero…

El último par de días he estado rumiando una idea. Nació de noche mientras escuchaba algo para quedarme dormido. Y al día siguiente leí un poco y me encontré con la frase citada al principio. “Ándale,” pense. “Por ahí va la cosa.”

Porque decir “pues es que necesitas validación” solo responde parcialmente la pregunta. OK, sí. I’m needy. Pero… porqué? Qué tiene de especial la validación? Si lo que buscas tiene un fundamento biológico, ve y come chocolate (y paga lo que debes.) Si es algo más… de qué naturaleza es? Cómo puedo pretender “trascender” a esta “debilidad” si no entiendo su naturaleza? Me atrevo a llamarla debilidad, pero, y si no lo es? Y si es algo que debo estimular? No me sirve una respuesta incompleta, pues.

Y bueno, tampoco es como si fuera a escribir una tesis al respecto (de hecho siento que este post esta muy patéticamente desmenuzado para haber tomado un par de días de fermentación.) Pero al menos, es un avance. Un intento de mejora.

Total que a la conclusión que llegué es: lo que ando buscando es un espejo.

"Ahhhh! Buscas un accesorio! No una persona con necesidades y opiniones!" No, calma. No estoy diciendo que solamente busco un espejo. Estoy diciendo que mi necesidad de validación surge de mi deseo de un espejo.

La madrastra de la bella durmiente quería un espejo que la validara: que le dijera que era ella la más bella de todo el reino. Suena padre, pero no es lo que busco. No quiero ese tipo de validación. Además de ser, en mi muy humilde opinión, una salida fácil, es aburrido. No necesito ni quiero ser el mejor, no necesito ni quiero tener siempre la razón. Lo que sí quiero, necesito, es ser visto.

Let me tell you, it’s a weird thing to feel at 54 years old, that for the first time in your life your mother sees you. It’s an odd realization that that’s the thing you’ve been missing, the only thing you wanted all along, to be seen.

Bojack Horseman, Free Churro.

Por supuesto que para Bojack esto no es un momento de felicidad, en varios aspectos. Pero resuena conmigo. Es difícil ir por la vida sintiéndose incomprendido. Es más difícil todavía sentirse injustamente incomprendido. Como si no te hubieran dado oportunidad de explicar. Tal vez por eso dedico tiempo a escribir largas elucubraciones que no tienen sentido práctico. But dammit, I just want to be seen.