Papas y chocolate

Normalmente le pondría un poco de estilo a la prosa, pero hoy es una nota bastante matter of fact. Y es como sigue:

No puedo comer papas liberalmente.

No puedo comer chocolate liberalmente.

Puedo comerlos, midiendo rigurosamente y sin abusar las cantidades que ya sé que me son sanas. Puedo sustituirlos por otras comidas con cierto grado de liberalidad (cacahuates/nueces por papas, fruta por chocolate). Pero NO puedo darme el lujo de abusar de ellos. Caigo demasiado fácil en una espiral de la que me cuesta mucho trabajo salir, y me afecta muy notoriamente y muy rápido.

Así que, para el Sergio del futuro:

No abuses de papas ni de chocolate.

Current stats: around 67kg, around 20% fat.

Hoy te extrañé

Fue un día increíble.

A pesar de desvelarme, me desperté con relativa facilidad y logré hacer mi rutina mañanera sin ningún tropiezo. Suena a un paso muy pequeño, pero es un pasito que le da tranquilidad a mi día. He estado súper enfocado en esas pequeñas victorias, no en una manera ansiosa (al menos, intento que no sea así), sino en el ánimo de “adelante, tú puedes, un pequeño paso para este hombre.” Y me gusta empezar el día así.

Me preparé y escogí un atuendo que me hiciera ver razonablemente bien, dentro de lo limitado de mi guardarropa. Combiné apropiadamente mis zapatos, mi cinturón, mis calcetines. Escogí un saco que le fuera en color (aunque solo tengo dos, aunque me quede ya grande). Pasitos. Feel good, be good. Preparé cuidadosamente mis extras para el almuerzo, porque sé por experiencia que un sandwich y fruta no será suficiente, ni con todo el café del mundo. Porque malpasarse está mal. Porque la experiencia no sirve de nada si no aplicamos los conocimientos aprendidos.

Emprendí el camino. A diferencia del año anterior, este año lo hice en la bici. Quién me viera, en bici, de saco, con una bolsa de espinaca en la mochila para mi comida. Tanto ha cambiado, en lo que parece ser tan poco tiempo. Tanto he cambiado. Y me sienta bien. Sigo siendo yo, vuelvo a ser yo. Parece que por fin soy el que siempre había querido ser.

Tuve un día de triunfos en el trabajo. No, no grandes triunfos. No me dieron un aumento ni logré conquistar alguna cima nevada. Pero muchos, pequeños triunfos. Corregir, por fin, mi problema con el cable de red. Seguir reacostumbrándome a la “nueva normalidad.” Disfrutar el café como un gusto, no una muleta para aguantar el día. Cohesión de equipo. Lunch con ritmo, no desesperación. Salir a una hora razonable, cuidando mis tiempos respecto a otras obligaciones.

Y entremezclado entre ellos? Mi primera llamada, 100% en holandés. Hice mi pregunta en el gemeente, con nervios, con dudas, pero lo hice. Y me entendieron y les entendí. No tan pequeños logros.

Salí con un clima que amenazaba lluvia. Hubiera sido facilísimo cancelar todo el plan de la tarde y regresar directo a casa, por si acaso. Pero el miedo a cosas tran triviales como la lluvia es algo que estoy superando, poco a poco. Fuí al centro y me metí, curioseando, al estacionamiento subterráneo de bicis. Nunca había entrado. Es increíble! Gratis, amplio, autoservicio, y al final del día los dispositivos para estacionar la bici arriba de otra no son nada del otro mundo. Varios pequeños objetivos cumplidos. Ah, y si llovía? No biggie. Mi jamelgo estaría seguro ahí dentro.

Fui a mi cita. Y también, en la puerta, y en la ventanilla: 100% holandés. Y les entendí, y me entendieron. A diferencia de otras ocasiones, no me cambiaron a inglés. Me preguntaron si quería cambiar. Pero decidí presionar y seguir adelante. Y les entendí, y me entendieron. Y salí con mi trámite hecho, y mucho sentimiento bonito en el corazón. Hinchado de alegría.

Y tenía una hora para matar, y pude irme a un café a perder el tiempo. Pero en vez de eso hice el súper especial que me había eludido por estar fuera de mis rutas usuales, a pesar aún de tener que enfrentarme con la posible fila que siempre veo para entrar a esa tienda. Pero no había cola y entré y compré lo necesario, y aún con el tiempo un poco encima seguí a mi otro objetivo espontáneo, y logré más pequeños objetivos de largo plazo. Logré contener mi impulso de gastar, logré decidir “siempre no, esto no me queda bien”, y salí con justo lo que quería y a un precio razonable.

Y reafirmé que aquí el tiempo dura más y llegué a mi segunda cita con facilidad, a pesar de que intenté cancelarla por internet momentos antes, pero no se pudo. Y dije “por algo pasan las cosas” y logré también avanzar ese trámite, aunque al final me faltaron las fuerzas para terminarlo, pero con la seguridad de que puedo continuarlo otro día, acompañado tal vez, con otros ojos que me den opinión y refuercen mis decisiones, porque en gustos se rompen géneros y a lo mejor necesito una perspectiva diferente que me diga “anda, Sergio, anímate” o “no, Sergio, es demasiado grande ese salto.” O simplemente “no te queda.”

Y en vez de dejarme caer al gusto de la gula y el hambre mantuve mis objetivos, y regresé a casa y comí lo que tenía planeado ya, sin gastar más, y luego pagué (casi todas) mis cuentas de este mes y me sentí muy afortunado de poder hacerlo así, con calma, sin el estrés de matemáticas que usualmente salen, pero a veces muy al raz, y a veces amenazan apretarse literalmente el cinturón durante el mes. Y acomodé mis cosas y me senté aquí en mi escritorio, pensando que el día había pasado muy bien y que estaba muy feliz de todo.

Y luego me acordé de ti. Y te extrañé.

Carta abierta a la espinaca cruda y prelavada

Oh, espinaca. Tanto que te quiero decir.

Quiero que sepas que eres un alimento formidable. Desde que supe de tu existencia, quise saber todo de ti. Leí foros. Consulté doctores. Me dí un clavado en Wikipedia. Y cada nuevo párrafo, cada pestaña abierta, me atraía más y más a ti.

Estás llena de vitaminas. A. C. K. Digo, eres prácticamente una banderita TCP tú sola. Si eso no es mensaje de Esus, no sé qué pueda serlo. Pero no paras ahí! Estás RE-PLE-TA de hierro. Potasio! Magnesio! Calcio! Habrá algún nutriente que no tengas?

Y, encima de todo… tienes relativamente CERO peso energético! Eres como un hermoso tupper de nutrientes. Gracias a ti, sigo tragando cantidades groseras de comida – pero haciendo trampa! Eres como un cheat code alimenticio que se ajusta perfecto a mi estilo de “cocinar”: tómalo de la bolsa, ponlo en el plato, bon apetit.

Hice un recuento de mi vida, y dije, aquí es. Aquí es, espinaca. Tu, yo, y mi plato. FOREVAH.

Pero, como siempre en estas cosas, comenzaron a salir problemas. Duras poco en el refri. No worries, pensé. Te conseguí tuppers (reales), porque yo estoy comprometido con esto. Tres tuppers, grandotes, te conseguí. No puedo ir diario a la tienda por ti (no me sale en tiempo, no me sale en dinero), pero con los tuppers podríamos hacerlo funcionar. Y funcionó… un tiempo.

Después, comenzaste a llenarte de humedad DENTRO del tupper. Like… c’mon. Espinaca. Todos somos adultos aquí. Cómo demonios te llenas de humedad _adentro_ del tupper? Entiendo que todos tenemos nuestras idiosincracias, y que son justamente esos pecadillos los que nos hacen fabulosos y coquetos y simplemente hermosos. Pero, neta? Para eso son los tuppers, espinaca.

No hay problema. Yo te como así. No sabes tan bien, claro. Y no puedo medir tan fácilmente la cantidad que me zampo, porque me cambias de buenas a primeras tu radio peso/volumen. Pero, espinaca, yo. me. adapto. Si tú te esfuerzas, yo me esfuerzo.

Ahora me vengo enterando de los oxalatos. Espinaca, no quiero piedras en el riñon. Porqué no dices esto en la maldita bolsa? Porqué me tengo que enterar por terceros, y a destiempo? Ese no es el fundamento de una relación sana, espinaca.

Qué será mañana? Causas gota? Si te mezclo con frijol formas un explosivo prohibido por la convención de Ginebra? Me vas a forzar a hervirte? De una buena vez te digo: tengo mis límites. No voy a comprar una vaporera por ti.

Ojalá podamos tomar este momento como un parteaguas en nuestra relación. Ojalá puedas darme lo que busco. Ojalá te comportes a la altura de un vegetal tan fantástico como eres tú.

Porque si no, no sé qué va a pasar con mi vida. He probado con el brócoli. Le di chance a la zanahoria. La lechuga es puro atractivo visual, pero sin sustancia. Eres tú o ninguna, espinaca.